Perdido en mi memoria nueva
ancló un faro sin retorno
inmerso en palabras infinitas
llenas de su horizonte fijo
impregnadas del mismísimo latido
de mi alma y mi posesión.
Siento su historia legendaria
su serena belleza arquitectónica
clara connotación de destino, de viaje
de soporte sólido como mis principios
de ilusión estable como mis teorías.
No encuentra altura suficiente
solitario
guía de multitudes
ajenas a su sangre y a su nivel sobre el mar.
Se aburre, se concentra, estalla.
Este Faro, mi Faro
en forma exclusiva nacido poesía
no es el de Alejandría
no se derrumbará una noche
ardiendo en su propia hoguera.
Éste es mágico, destella, quema, agoniza y renace.
Me invita a dormir en su interior
y a deambular su noche
mística, rústica, asombrosa.
Me sugiere una novela intensa
amaneciendo en sus cálidos brazos
en el medio de la nada
fría, indiferente, calma, de plata,
sublime, etérea, salvaje, vigilada
donde se instaló mi recuerdo
ese que ocurrirá mañana.