Estrenar siempre y entrañablemente
una mirada tierna que explique sin palabra
una palabra exacta que acaricie sin manos
unas manos amigas que apoyen sin presencia
una presencia cautivante que invite muda al éxtasis
un éxtasis perfecto que convalide una sonrisa
una sonrisa inefable que dinamite ásperos puentes
puentes ambiciosos que acerquen a nuevos sueños
sueños salvajes que respiren formal poesía
una poesía mujer que prefigure un sorpresivo viaje
un viaje hombre que conmueva el corazón del infinito.
Estrenar siempre y misteriosamente
un milagro ausente que dignifique pálidas heridas
heridas sanas vestidas de fiesta que no sientan dolor
un dolor breve transformado en indemne cicatriz
una cicatriz etérea que desborde espontánea risa
una risa estruendosa que celebre algo irresistible
algo irresistible que conlleve lo inevitable y bello
un bello rostro que edifique un deleite ante los ojos
unos ojos sinceros que vean dentro de los sentimientos
sentimientos impetuosos que ensayen indelebles huellas
huellas sensuales que dejen al amor sugerido el camino.
Me encanta estrenar euforia fantástica
con experiencia atávica en la meta
cada día.
Me fascina estrenar ilusiones sublimes
con urgencias colgadas en la marcha
cada noche.
Porque es poesía estrenar la vida a cada instante
como un huracán orgulloso, altruista e irreverente
que trasciende rebelde entre los grises urbanos
con destreza sutil y poderosos deseos plateados.